(Cuadro de Luis Royo)
Buscó desesperadamente la foto del perfíl en su Blog. Y allí estaba, como cada día, como en cada tiempo. Respiró hondo, cerró los ojos y relajó la nuca sobre el cabezal del sillón en el que yacía sentado. Cruzó los brazos tras la cabeza, y abrió un poco los párpados, pero sólo un poco, lo suficiente para soslayar, entre el espacio que quedaba libre bajo las gafas, la imagen pura de su Avatar. La representación magnánima de su Alma. Del Alma de su sentida Adela. Y sonrió. Presumía de conocerla. Sabía que siempre se había identificado con el Ángel Negro que impera de Paz el Campo Santo, pero pronto las sombras grises empañaron su sonrisa. Se acercó más al retrato y tras observarlo detenidamente, recordándola, y reprochándose el haberla dejado volar lejos de Él, palideció repentinamente. Una de las lápidas que aguardaban a las Almas Perdidas, llevaba impreso en sangre y con las iniciales en mayúsculas, su propio nombre.
Lo que no podía adivinar, es cuánto tiempo hacía que había llegado hasta allí. Tal vez, Adela, nunca le perdonó que la dejara volar sola.
VALK
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